Actualmente, y a tenor de los datos que disponemos, no resulta nada descabellado —máxime cuando sería lo más probable— pensar que, a menos que se frene el ritmo acelerado del cambio climático, en la región del sudeste asiático, habrá millones de personas que tendrán serios y graves problemas a la hora de poder consumir aquellos alimentos que los estratos sociales, económicamente más débiles, necesitan para su propia subsistencia.
En este sentido, las previsiones son muy pesimistas y apuntan a que habrá millones de personas que se encontrarán en grave riesgo de pasar hambre y de sufrir malnutrición, lo que previsiblemente causaría, a su vez, cientos de miles de muertes. Todo ello nos hace sospechar que la posibilidad de que se produzcan innumerables conflictos sociales, a nivel local, aumentará día a día.