En realidad, hablar del Protocolo de Kioto es hablar de un fracaso colectivo de la humanidad que, debido a la avaricia de sus líderes económicos y de la corrupción y mediocridad de sus dirigentes políticos, se opuso a preparar el futuro sostenible necesario para evitar la tragedia del irreversible cambio climático que las generaciones más jóvenes tendrán que sufrir con toda su crudeza.
Los principales culpables del fracaso del Protocolo de Kioto: las empresas del carbón, petroleras y gasistas, las empresas fabricantes de automóviles, las empresas eléctricas que generan electricidad en base a las centrales térmicas, cementeras, bancos y entidades financieras asociadas a estos negocios fósiles y toda la pléyade de políticos, medios de comunicación, profesores, y profesionales que fueron comprados, sobornados por estas empresas que apoyaban la insostenibilidad y la avaricia del modelo económico financiero en vigor, aunque ello supusiera hipotecar, dilapidar y maltratar el futuro de las próximas generaciones.
Las empresas causantes del cambio climático controlaban las mayores audiencias de los medios de comunicación y contaminaban con falsas noticias las redes sociales para que nadie conociera la tragedia que supondría el cambio climático que, de manera inevitable, hace tiempo que ya se ha iniciado. Así, de la fase de “evitar el cambio climático”, pasamos a la fase de “mitigar el cambio el climático” y, ahora estamos en la fase de “sufrir y padecer el cambio climático”. Fundamentalmente, los lobbies pro consumo de combustibles fósiles financiaban las campañas electorales de los partidos sumisos a sus intereses espurios y garantizaban a los líderes políticos sobresueldos por pertenecer a sus consejos de administración, a cambio de la capacidad de influencia de estos ex lideres o “varones” en las decisiones de los gobiernos de turno en materia de energía.