por Juanjo Gabiña
Capítulo 7
Los Estados Profundos de los países golpistas empiezan a tener rostro
I
La primavera hacía tiempo que había llegado con gran fuerza y esplendor a la ciudad de Hiroshima y, por todos los lugares por donde se podía caminar, el olor penetrante del aroma de las flores acompañaba siempre a los paseantes. Durante la primavera, en algunos jardines y alamedas de la ciudad y, sobre todo, en algunas granjas populares, podían verse los cerezos en flor donde se acostumbraba a celebrar fiestas. El Festival de las Flores de Hiroshima que se celebraría el mes siguiente, a comienzos de Mayo, se esperaba que acogería a casi dos millones de visitantes que vendrían de fuera de la ciudad.
Sin embargo, también para muchos japoneses, además de que la primavera fuera la época del año en la que naturaleza cobra vida y resurge del invierno con gran colorido y esplendor, esta estación del año era, a su vez, la temporada más emotiva, ya que establecía el principio y el final del año fiscal.
Aquel mes de Abril, el Primer Ministro japonés, Aito Takahashi, había decidido pasar unos días con su gran amigo de la infancia, Izumi Sato, que vivía en una granja situada en las afueras de la ciudad de Hiroshima. Aito Takahashi, como había hecho muchas veces a lo largo de su vida, necesitaba consultarle a su amigo una serie de temas que le preocupaban mucho y que no le dejaban conciliar el sueño en paz, desde hacia algún tiempo.
Los dos amigos eran de la misma edad y ambos habían nacido en Hiroshima. Nacieron quince años después de que finalizara la Segunda Guerra Mundial y la ciudad hubiera quedado totalmente destruida por la bomba atómica, tristemente conocida como “Little Boy”. Sus abuelos y sus padres fueron unos “hibakusha” o gente que había quedado afectada por la bomba atómica, y que sobrevivió al terror de la bomba de Hiroshima y sus radioactividad posterior. Una ciudad donde, a partir de Agosto de 1945, murieron algo menos de la mitad de los habitantes de entonces. En total, incluyendo los que murieron en el momento de la explosión atómica y los que fueron víctimas de la radiación nuclear, en Hiroshima murieron 140.000 personas.
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