Si se quiere ofrecer un futuro a las naciones que merezca la pena vivirlo, será necesario elaborar políticas educativo-formativas, desde la nación y para nación, que respondan a los retos de futuro, en un contexto de profundo cambio, donde la crisis, que desde hace diez años sufrimos, deje de ser el único que permanece. Debemos ser conscientes de que los “basureros” de la historia están llenos de tendencias prolongadas. En nuestro caso, uno de los “basureros” es el de la obsolescencia creciente del actual modelo educativo.