Los miles de millones de dólares que han pagado los diferentes gobiernos extranjeros que poseen fondos soberanos —muchos de ellos regimenes autoritarios, en ningún caso transparentes, y, además, algunos de ellos, en la práctica, son hostiles a Europa y Estados Unidos— a las principales instituciones financieras de Estados Unidos como Citigroup, Merrill Lynch, Morgan Stanley, Blackstone Group y Bear Stearns por la compra de participaciones en muchas de dichas corporaciones del sector de la banca y las finanzas, atestiguan que se está produciendo un cambio de dirección en el interés inversor de los fondos soberanos.
Este hecho no deja de ser una prueba más de que Estados Unidos, y próximamente, algún que otro país europeo como Reino Unido, Bélgica, Holanda, España…, ante la difícil situación que su economía atraviesa, hagan como el gigante americano, que está poniendo en venta los primeros símbolos de su mítica proeza económica —conseguidos la mayoría, a lo largo de este último siglo de historia— para que sean comprados a precios de saldo por los fondos soberanos, en especial, por los de los países árabes ricos en petróleo.